El Colegio de Ingenieros de Montes pide que deje de frivolizarse con los incendios y apela a la acción colectiva en materia de prevención

Hace unas semanas la organización Ecologistas en Acción emitía el informe Grandes incendios forestales en España 2012-2016. Relación entre los GIF y el tipo de vegetación forestal y propuestas para reducirlos, que puede consultarse aquí. Dicho informe, y la nota de prensa con la que se presentaba en la web de Ecologistas en Acción, ha sido estudiado en profundidad por el Colegio de Ingenieros de Montes, desde donde se han pronunciado al respecto señalando que “el mensaje de Ecologistas en Acción es confuso, frivoliza con los incendios y fomenta el desapego hacia determinados bosques”. Este Colegio profesional subraya, entre otros aspectos, que "la falta de gestión de la biomasa acumulada en el monte y el asilvestramiento de nuestro interior es una bomba de relojería por el riesgo de ocurrencia de inmensos incendios que superen nuestra capacidad de extinción".

A continuación reproducimos una primera parte del comunicado del Colegio de Montes, en respuesta al informe de la organización ecologista (comunicado completo, aquí)

"En su nota de prensa reciente basada en la estadística de los grandes incendios del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Ecologistas en Acción defiende la existencia de una relación entre vegetación y los grandes incendios. Para el Colegio de Ingenieros de Montes "dicha asunción se basa en una pueril (y no por repetida menos errónea), cantinela de clasificar los bosques y espacios forestales entre buenos y malos como si de una película del oeste se tratase. Los primeros serían los bosques genuinos, autóctonos y carentes de intervención humana, entendida siempre como algo negativo; y los malos, los plantados por la mano del hombre y formados por pinos y eucaliptos exóticos". Para los ingenieros de Montes lo peor de ese mensaje, "confuso y basado en burdas y maniqueas generalizaciones", es que se frivoliza con los incendios según dónde ocurran y se fomenta un desapego hacia determinados bosques, las antiguas y nuevas repoblaciones, distrayendo la atención sobre los verdaderos retos que tiene planteado el mundo forestal.

El Colegio de Ingenieros de Montes, que representa a los profesionales competentes en recursos e incendios forestales, "desea aportar luz y sensatez a este ya manido debate que dura más de tres décadas y que bloquea la acción colectiva para destinar los recursos necesarios para superar el grave abandono de más de la mitad de nuestro territorio que no hace sino reforzar la causa subyacente que agrava el problema de los incendios, con los siguientes argumentos:          

  • A lo largo de las pasadas cuatro décadas los incendios se han ido trasladando hacia los terrenos forestales desarbolados. Si en 1970 menos del 50% del territorio forestal estaba arbolado y ahora dos tercios lo está, entonces más de la mitad afectaban a bosques mientras que ahora el 70% ocurre en terrenos desarbolados y agrícolas abandonados. Es decir, se ha pasado de incendios de bosque a incendios de matorral, pastizales y campos abandonados.
  • Es positivo que se reconozca la importancia de los grandes incendios forestales (GIF). Obviamente la zona más propensa es aquella donde coincidan macizos forestales extensos y una relativamente buena climatología para el bosque (precipitaciones) junto a períodos secos y ventosos y cierta densidad de población. Eso se produce fundamentalmente en el Noroeste de la Península y la Costa Normediterránea. Las zonas con bosques abiertos pastoreados (dehesas) raramente arden simplemente porque carecen de continuidad vertical y horizontal ni tampoco las zonas con lluvias estivales (Euskadi, Pirineos) o las más secas (Almería y Murcia) por falta de combustible.
  • La primera fase de la propagación del fuego depende mucho menos del tipo de vegetación que del modelo de combustible y la estación. Ésta se acelera o no dependiendo de la existencia de continuidad vertical y horizontal y, una vez alcanza dimensión, no hay vegetación que no queme. De hecho todos los años se queman hayedos como p. e. en 1994 más de 100 ha en el Parc natural del Montseny.
  • Las condiciones naturales de la Península Ibérica no permiten la dominancia de bosques de frondosas en la mitad Este salvo contadas excepciones. De hecho, la Red Natura 2000 ha obligado a proteger extensos bosques de pinos, sobre todo carrasco (P.halepensis) y salgareño (P.nigra), por su carácter singular a escala europea. Recordemos que la denominación de Pitiusas a Ibiza y Formentera procede de la palabra pino en griego. Por ello es ocioso pretender bastardearlos siguiendo la irresponsable teoría de Folch (1981: La vegetació dels Països Catalans) que descalificaba al pino carrasco como matorral arbolado. Parece que algunos no han progresado como por suerte ha hecho la ciencia.
  • En el Oeste de la Península hay zonas considerablemente afectadas por incendios y con dominancia de frondosas como la zona de Sanabria o en el norte de Cáceres, o la Cordillera Cantábrica aunque sean en general incendios de media extensión.
  • Las repoblaciones ejecutadas a lo largo del siglo XX en condiciones socioeconómicas y con conocimientos bien diferentes a los actuales, fueron la respuesta a extensos paisajes deforestados de finales del siglo XIX, como bien prueban las fotografías de la época. Valorarlas hoy como desafortunadas, por mucho que algunas no fueran acertadas, es desconocer nuestra historia social, ambiental y económica.
  • Los cultivos forestales en este país son básicamente tres: chopos en las riberas, pino radiata en el Cantábrico y eucaliptos. Salvo este último en el Sudoeste de Galicia y en Huelva, el resto no se ven afectados generalmente por incendios.
  • Los alcornocales de la vertiente mediterránea lamentablemente son reiteradamente afectados por incendios tanto en Girona como en la Serra de Espadà, precisamente justo donde se produjo uno de los GIFs de 2016. El corcho que rodea su tronco es una adaptación evolutiva al fuego en contradicción con la tesis defendida por Ecologistas en Acción.
  • Las dehesas son ecosistemas fuertemente alterados donde se ha eliminado el estrato arbustivo y lianoide y reducido considerablemente el arbolado y pese a ello, o quizás por ello, tengan elevados índices de biodiversidad, lo que refuta que la intervención antrópica sea negativa per se.
  • Todas las especies de pinos presentes en nuestro territorio son autóctonas y con una presencia constatada muy importante en la vegetación ibérica durante los pasados 8.000 años con la única salvedad del radiata que apenas supone el 5% del total y limitada al Cantábrico. Es irresponsable descalificar a una significativa parte de nuestros bosques simplemente por inercia de una corriente fitosociológica que aún pervive pese a que el progreso científico ya la ha superado. Son abrumadoras las pruebas de la presencia de los pinares en toda  España desde hace milenios (análisis de polen, toponimia, hornos de pez, leña aparecida en yacimientos arqueológicos, madera usada en construcción civil, etc.).
  • Afirmar que las estadísticas varían según las fuentes consultadas carece de todo rigor dado que  las únicas estadísticas oficiales son las que proceden del Ministerio que a su vez se elaboran con los datos que proporcionan las Comunidades Autónomas y que son las que se remiten a la UE y demás instancias internacionales.

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