Castilla y León cuenta con más de 900.000 hectáreas forestales ordenadas, el doble que en 2005
Ello supone el doble que en 2005 (427.030), con lo que el trabajo en estos años ha evolucionado hacia un monte más cuidado, lo que redunda, según los expertos, en una mejor producción de madera, en la reducción del riesgo de incendios y en un mejor aprovechamiento de los recursos.
El responsable del Área de Gestión Forestal y Recursos Naturales de Cesefor, Roberto Rubio, ha aportado su visión sobre la ordenación forestal en una intervención a la Agencia Ical. Rubio comenta que un monte ordenado cuenta con instrumentos de ordenación forestal, aprobados por la Administración autonómica y «vigentes». Puede ser de varios tipos: proyecto de ordenación, plan técnico, adscripción a modelo selvícola, etc., pero en todo caso «ha de ir conformado por un técnico forestal y adecuarse a unas normas básicas».
Rubio justifica que «no necesariamente» un monte limpio supone menos incendios, ya que el origen del fuego «es muy variable». No obstante, existe un factor «importante ligado a la limpieza de los montes, que es la disponibilidad de recursos económicos para la ejecución de actuaciones preventivas de incendios previstas en los planes de ordenación de los montes, que en ocasiones no están disponibles, sobre todo en montes poco productivos, los cuales no generan los ingresos suficientes y dependen sobre todo de la inversión pública o régimen de ayudas existente».
«Los montes no son jardines y no se puede hablar de qué estén limpios o sucios porque tengan vegetación, que es lo normal en ellos. Lo más importante es que estén gestionados conforma a criterios racionales y bien aprovechados, y en eso sí que repercute de forma directa la ordenación, porque es su objetivo», subraya.